jueves, marzo 30, 2006

Los 10

Sin ningún orden en particular, con las limitaciones de mis formaciones e ignorancias y siguiendo la invitación de Xun y Aldo, 10 latinoamericanos chidos:

- Simón Bolívar: No sólo por su fama como libertador, según sus escritos políticos también era un constante, relativamente flexible y a veces desencantado pensador que trató de imaginar las mejores formas de gobierno para los países recién liberados.

- Gabriel García Márquez: Con una novela le bastó, lo demás es pura paja.

-Pelé: Por esa jugada que le hizo a al portero de Uruguay con el tiro que no entró en el mundial del 70. Y por ser reconocido como el mejor.

- Borges: Laberintos conceptuales, palabras precisas y referencias míticas. Todo un referente.

- Cortázar: La dimensión lúdica de la literatura, los juegos con el lenguaje, las realidades, a veces terribles, que supo hacer ver como cotidianas en sus cuentos, intentos de experimentar con la literatura y la forma de leerla. Tal vez no fue el primero, pero me parece el mejor.

- Tupac Amaru: Iniciador y estandarte de la más grande revolución social (con pretensiones multiétnicas) en el virreynato. Tal vez la única insurrección realmente "popular" de la época.

- Enrique Dussel: Autor de un modelo de ética y filosofía que rechaza el eurocentrismo y parte desde América Latina. Un resquicio para que Latinoamérica se piense a sí misma.

- Fidel Castro: La revolución cubana es la única de las revoluciones latinoamericanas que persiste. Algo hay que tener para aguantar más de 30 años de presiones e intervenciones yankees.

-Andrés Bello: Venezolano. Todo un estuche de monerias, jurista, literato y periodista. Se aventó el código civil de Chile que sirvió de modelo para otros países, escribió una gramática castellana y creó la Universidad de Chile, entre otras cosas.

- El Santo: Héroe de acción, arquetipo de luchador enmascarado, estrella de cine y del ring. Ídolo del pueblo e inspirador de canciones.

-Otros: Diego Maradona, Alejandro Jodorowsky y Juan Rulfo

martes, marzo 28, 2006

Crónicas diabólicas (parte 1)


El Marqués del Terror se preparaba con esmero para sus asuntos del día siguiente, minucioso y ordenado como siempre. Sintió una presencia familiar y repelente. No era otro más que el Diablo, que pretendía poner a prueba su reconocida fibra moral.

-Diablo: Buahahahaha!
-Marqués: ...
-Diablo: Saludos. Me presentaré soy el...
-Marqués: Sé quién eres mi buen Diablo, te reconocería en cualquier lugar.
-Diablo: Ah! Marqués, sé que has seguido los caminos de la virtud y te detesto por ello, pero aún tengo la esperanza (los infiernos me perdonen por usar esa palabra) de que te unas a las huestes de los condenados. Sé lo que desea, Marqués, y lo ofrezco.
- Marqués (seguro y con esa aura de iluminado que a veces adopta): Te lo agradezco mi buen Diablo, pero valoro más las recompensas del alma.

En ese momento, el Marqués se dio cuenta de que estaba frente a un espejo y hablaba con su reflejo.

lunes, marzo 20, 2006

La U.

Sabes que te acercas a la Facultad porque puedes percibir un ligero vestigio de olor aceitoso. Son los últimos mechoneados de este semestre (el mechoneo es un rito de iniciación para los estudiantes de nuevo ingreso, una novatada. Entre otras cosas, se les baña con sustancias desagradables y apestosas) que se acercan a pedirte una moneda, la que sea. Adentro, las paredes te gritan que resistir es vencer y que aquí no quieren fascismo en las aulas (me da risa imaginar una clase fascista). La banda se dispersa en pequeños corros abajo de los árboles. Son pocos los que no tienen una cerveza. Al fondo juegan futbol en una cancha de tierra. Hay pocos espectadores en la grada. Y el silencio aparente, apenas interrumpido, también está aquí.

sábado, marzo 18, 2006

Consideraciones sobre las hormigas



La sensación de ser portador del día del juicio puede ser en cierto modo gratificante. Incluso se puede jugar a ser creativo al respecto. Hoy, una inundación, mañana insecticida o el siempre clásico gigante aplastador. A veces basta con proyectar una sombra siniestra para provocar estampidas y desbandadas (Ahora si Atlántida, ya te cayó tu Zeus).

Después puede llegar un ligero sentimiento de culpa. La sensación de ser un genocida arbitrario, que mata sólo poque puede. Después de todo, lo único que hacen es correr como desesperadas por el marco de la puerta del clóset y meterse en los hoyitos ocasionales. Hasta ahora no han tocado mi ropa ni mi comida. Pero los estándares de las buenas costumbres marcan que las hormigas son una presencia inadmisible en interiores.

Hoy, una de ellas trepó corriendo por mi pierna, posiblemente ciega de ira y con venganza justiciera en el corazón. Me la quité de un golpecito con el dedo, pero la dejé vivir otro día para planear una venganza que acaso merece.

domingo, marzo 12, 2006

Santiago Wanderer (2)

Empezó un poco lento... con la quietud santiaguina exhacerbada por el domingo y el calor de un otoño que no acaba de empezar. Hojarasca y una araña que se toma su tiempo para bajar. Después se gestaron los dos puntos focales que dividieron la ciudad: Las hordas azules se dirigieron hacia el Estadio Nacional, coreando cantos de guerra para la U.

El resto se reunió en el centro para los festejos del cambio de poderes.

Las banderas rojas se hacen más frecuentes conforme avanzo, guiado por la música como un ratón siguiendo al flautista. Ahí están los viejos referentes, los de siempre. La oz y el martillo, el Che Guevara y los cantantes en el escenario que hablan de libertad, democracia y latinoamérica unida. Entonces llega ella. La mismísima Michelle Bachelet, con aura de diva humilde, y la gente se derrite a su alrededor. Me sorprende ver una bandera de Brasil entre la multitud de banderas chilenas. Las niñas llevan bandas del partido victorioso en la cabeza y me imagino que sólo tienen una vaga noción de lo que está pasando. Una señora llora de la emoción con letras de un autor cubano. La gente baila, grita y está contenta. Decidieron que es un buen día para ser chilenos .

Me voy a casa, a ver si alcanzo a oir un poco del concierto de Oasis.

martes, marzo 07, 2006

Sobre la apropiación

Es divertido ir por ahí, sólo viendo sin comprometerse y desenterrando cosas nuevas en cada calle que aparece (y que no existió antes). Entonces llega el punto en que se añora la familiaridad, que alguien sepa tu nombre y un poco de ti. No se que es, tal vez el ego. Ser reconocido y tal vez esperado y querido. Eso. Que las cosas tengan la consideración de quedarse en el lugar en que estaban la última vez que las estampaste en la memoria. Entonces agradeces el lugar de siempre en el bar para ver el fútbol, y a los meseros que saben que eres mexicano y que le vas a Chivas y a la U, y tu cama y al buen Felipe que se materializa siempre a la hora oportuna con una bandeja con comida.

Empezar a necesitar está siendo más fácil de lo que pensé.

sábado, marzo 04, 2006

Santiago Wanderer (1)

Las cosas que se parecen, pero con un algo que las hace completamente distintas, una sutil diferencia que me recuerda en todo momento que estoy en otro lado.
Y la gente que no me entiende a la primera, palabras que nombran las cosas igual de bien, en el mismo idioma, pero como creadas por alguien que veía el mundo de manera distinta. Un silencio inquietante para una ciudad tan activa, como si le hubieran puesto el soundtrack equivocado.

Llevo aquí un día. Queda mucho por caminar.

jueves, marzo 02, 2006

Noche chilanga

Subiste al Metrobus con los ojos empañados. Yo me quedé con tu olor por un rato...

Otra vez sentí el azote del viento acerado en la cara. El pavimento absorbe la grasa escurrida de los puestos de tacos de guisado. Hacinamiento en el metro, paranoia, cansancio, coches que no avanzan y la sensación de que no podré salir si atravieso cierto límite indeterminado. Los detalles que conforman la esencia caótica de la ciudad de México.

Las personas. Mis amigos (al final siempre queda sólo uno). La última y feliz caminata nocturna. El frío no importa, porque en la próxima parada habrá cerveza y tal vez vino y tal vez comida y tal vez. Si es una buena noche, volveremos cuando canten los primeros pajaritos, cuando los demonios se hayan largado después su noche de juerga, llevándose los recuerdos indeseables y alguna vez unas llaves, una tarjeta y un teléfono celular.