jueves, julio 27, 2006

Del viento


Algunos días existir sólo es estar... una de las cosas que se piensan una vez que se ha comprendido el potencial depresivo del invierno. Peor para los claustrofóbicos. Da la impresión de que el corte helado del viento tiene algo de saludable. Es como el mundo gritándote que sí está, que no dudes que es real y se impondrá a pesar de.... Y no se te olvide que tus huesos también pueden sentir. Es un ancla, el último intento de los dioses para hacerse respetar, para demostrarte que pueden arruinar tu día, incluso de antemano, cuando los devaluados profetas televisivos te dicen con mal disimulada alegría que habrá "posibles chubascos".

Por eso hay que ir cantando por la calle aunque se te congele el alma, y si se puede, jugar a ser Batistuta con alguna botellita que mancille el orgullo de la comuna de Ñuñoa.

Arte: Fuegos del sur

miércoles, julio 19, 2006

De referencias y plagios inadvertidos
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No lo dije yo. Nada he dicho y difícilmente diré algo.
Una buena amiga, magíster en literatura y cuentista medianamente fecunda aceptó que su cuento sobre Santiago para una convocatoria le debía mucho a un poema de García Lorca, y que en general todo lo que había escrito tenía deudas con algo anterior. Le conté entonces de mi "Santiago se sustrajo del tiempo..." y me contó que había escuchado algo semejante, pero de Chillán o Chiloé o uno de los muchos lugares chilenos que empiezan con "ch". Pensé entonces que "Cjrantos" no hubiera existido sin un personaje en un comic de Neil Gaiman.

Era inevitable la referencia al gran "corpus" literario (y más que literario), el lugar abstracto que alimenta a todo lo que se escribe (lo dijo Borges y probablemente alguien antes que él). Implica que siempre hay algo, un tema, un guiño, un estilo, una frase, una palabra, un ritmo, que remite a una influencia, muchas veces inadvertida (lo dijo Eco), pero que siempre está, inevitable. Se me ocurrió entonces que todo era cuestión de interpretación, o de buscar nuevas formas, pero ya lo había dicho Ortega y Gasset...

viernes, julio 07, 2006

Cjrantos y los infiernos
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Cjrantos pocas veces se consideró a si mismo un hombre malvado. En realidad se concebía a si mismo como una persona estricta y consecuente. Firme creyente en las recompensas y los castigos del alma, eligió pronto el curso de su destino eterno. Si la existencia debía tener las dos facetas, la del sufrimiento y la de la ventura, el orden de los acontecimientos poco había de importarle. Soberbio por estirpe y carácter, decidió llevar una vida terrenal libre de los lastres de la moral, para después resignarse cabalmente a los tormentos del infierno. Una especie de cuenta de ahorros que sería cobrada por implacables acreedores. Fue mera casualidad que encontrara los mayores placeres en el ejercicio metódico de la crueldad. Cuando sentía el más pequeño atisbo de remordimiento, pensaba en su destino irremediable y podía sentirse nuevamente tranquilo y feliz. La noche que llevó a su padre a asesinar su primo con acusaciones de traición, pudo dormir bien, y soñó con la imagen de Bertrand de Born sosteniendo en una mano su propia cabeza.

Un año después, mientras limpiaba de la maza picuda los restos de carne y sangre antes pertenecientes a la cara de su padre, se consolaba imaginando lo terrible que serían los tormentos reservados para los parricidas y usurpadores del trono.
Pasó sus últimos días confinado. No permitió que lo asistieran en su enfermedad por temor a urdidumbres de sus enemigos. Los tiranos, y en particular los tiranuelos, no suelen morir entre mucha gente. Dicen que, cuando sintió la proximidad de la muerte, él mismo colocó los óbolos sobre sus ojos para pagar el peaje del río Aqueronte.

Ansioso de dolor y expiación, llegó ante las puertas del infierno y las encontró cerradas. Gritó que era Cjrantos el tirano y que venía a pagar por sus pecados, pero ni siquiera hubo un eco que le devolviera sus palabras. Desde entonces ha vagado por los confines, desesperado y sabiéndose culpable e irredento. Ese es su infierno, pero a estas alturas de la eternidad aún no se ha dado cuenta.


lunes, julio 03, 2006

De lejanías
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Te imagino maravillada y discreta, algo trastabillante con el idioma y pegada siempre a tu nueva amiga. Para ti, la soledad sólo cuando es imprescindible. Seguro te ven diferente, es tu lenguaje corporal híbrido, indescriptible y tan lindo. Toda sonrisas, toda amabilidad, todo el tiempo, no vaya ser que alguien advierta ese halo de tristeza tan íntima y desgarradora. Tan esencialmente tuya. Te imagino en una cocina prólija, preparando gohan para hacer onigiris (cuánto quisiera un onigiri). Te sientes cómoda en ese mundo más pequeño y más sutil. Paseas y de algún modo te reencuentras con algo.

El sol te da de frente, entrecierras los ojos y por eso parece que estás enojada, pero no.

Te imagino tratando de recordar detalles para contarlos después. Sigues los protocolos y te sale casi natural. A veces no entiendes y no puedes evitar esa increíble expresión de incompresión, la que me hacía querer seguir diciendo cosas incomprensibles para que no la quitaras nunca.

Atraviezas un puente de piedra y todo adquiere un nuevo significado.