De costumbres
Había una mesa azul y desvencijada junto a la ventana, de marco también azul, pero más claro. El cuarto tenía un empapelado de flores austeras, formales e indiferentes. Todos los días, la señorita Salomé se sentaba ante la mesa y dejaba dos lágrimas puntuales. Y así por años, hasta que la mesa se desplomó de tanto pesar . La señorita habrá encontrado otro sitio.
Había una mesa azul y desvencijada junto a la ventana, de marco también azul, pero más claro. El cuarto tenía un empapelado de flores austeras, formales e indiferentes. Todos los días, la señorita Salomé se sentaba ante la mesa y dejaba dos lágrimas puntuales. Y así por años, hasta que la mesa se desplomó de tanto pesar . La señorita habrá encontrado otro sitio.
Arte: Debi Stadlin