martes, octubre 10, 2006

Episodios



Hasta ahora, el oriente era un bamboleo constante y vomitar por la borda. Eso y leguas y leguas de mar. El Almirante revisaba mapas y confundía cualquier marca en el horizonte con la costa de Cipango... Cipango y sus perlas perfectas. Más allá, las ricas ciudades de Manghi y el Gran Kahn que vio Marco Polo. No lejos de las Indias, corría el río vastísimo de agua dulce que nacía en el Paraíso Terrenal. Martellus pensaba que en algún lugar al norte del Sinus Magnus estaba el gran reino cristiano de oriente, cercado por infieles y tal vez por hordas de hombres monstruosos y deformes. Descubiertas las rutas orientales, se abrían los caminos para las ciudades encantadas que fundaron los siete obispos portugueses que salieron de Iberia cuando los moros entraron a España. La Fons Juventis de Mandeville podía esta en alguna de ellas. Todo está en los libros, los mapas y la infinita memoria de Dios. Por ahora, mar. Leguas y leguas de mar.

El buen fraile dijo a Atahualpa que venía a enseñarles la verdadera fe a él y a su pueblo, para que pudieran adorar al verdadero Dios, porque así lo decía el libro. Dijo entonces el Inca que le diera el libro para que se lo dijera él mismo. Pasó las hojas y el libro no habló ni le dijo las cosas que aseguraba el fraile. Iracundo, lo arrojó desde su trono con gran majestad el Inca Atahualpa. O así lo cuenta Guamán Poma.

1 Comments:

Blogger hetsah said...

jajaa
recuerdo la historia sobre Atahualpa, genial, sociales grado 7

bueno, empezaré a pedir sueldo fijo por mis intervenciones en este blog

eso, o te amenazo con no volver a alegrar el espacio de comments con mi luminaria presencia, ja!

abrazos chibchas

12:53 a.m.  

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