De familias, anticuchos y la prima gorda

Los anticuchos aparecían como por generación espontánea de una fuente mágica de plástico transparente. Santiago en día de sol y atmósfera de humo de parrilla. Cumpleaños del amigo Cristian y hospitalidad casi feroz de la familia para el mexicano que es la novedad del fin de semana. Afecto de mamá de John el de Garfield: come, come más y más ají porque los mexicanos comen harto ají. Aquí la constatación vigente.

Una prima-hija-sobrina de alguien con pinta de Margot Tennenbaum, distante, lánguida y maravillosa. Pero el mexicano ya estaba en un guión que no le dieron a leer, porque la prima Francisca, tan encantadora y buena, pero tan tímida y muerta de pena con el entusiasta celestinaje de la bandada de tías que combaten la soltería como a una enfermedad, ellanotienepololo, ayconversen, perosiéntateaquí, ellaestudiahistoria, juntenseundíaaestudiar, peroqueinteresante, ayperoinvítaloatomardelmoteconhuesilloquehaces y la pobre prima Francisca simpática, azoradísima y roja como una langosta. Llega el té con intervenciones oportunas del primo cinéfilo y el tío futbolero , respectivamente "que bacán Amores Perros" y "a don Ramón le gustaba el Necaxa, poh"