miércoles, febrero 01, 2006

Dos cuervos



El señor de las runas espera sentado en el techo del mundo. Es sabio, la cuenca vacía en el lugar de su ojo se lo recuerda, es el precio que pagó y nunca se ha arrepentido. Hoy, se sorprende dudando y desesperando. Él, terror de los gigantes de hielo, que ha lidiado con tempestades y eternidades, teme haber perdido su única certeza. Dos cuervos irrumpen en la calma y se posan en sus hombros. Los escucha sin un gesto y sin una palabra. Salen dejando ecos de graznidos en el recinto.

Nada. Los muertos no se han levantado, el oceano no se ha convertido en sangre, la serpiente que duerme en las entrañas de la tierra permanece inactiva. No hay fauces lobunas acechándolo. Hace tanto tiempo que espera la batalla final que ha olvidado de dónde obtuvo la certeza de que aquella batalla existiría.

Eran los tiempos en que se le conocía como el señor de la guerra. Cercenaba miembros y cortaba cabezas al mando de guerreros fieros e inocentes. El pasto teñido de rojo y los clamores de los victoriosos. Sin duda el destino merecido para los hombres de corazón bravo. Así lo dispuso. Pero los combates cotidianos no bastaban para los que anhelaban la gloria verdadera. Por eso inventó la profecía del invierno interminable y de la gran batalla, para que los guerreros virtuosos pudieran soñar con el honor supremo de la caída en un combate contra el mal en el que no habría posibilidades de ganar. El resultado final sería el fin del mundo y la muerte de los dioses. Bastó con que lo imaginara para que fuera cierto. Después de todo, era quién era.

En algún momento entre sus vuelos exploratorios, el cuervo que guarda su memoria dejó caer a la tierra uno de sus recuerdos, el conocimiento de que él había planeado su propia ruina y la del mundo.

Pasaron milenios. Reflexionó y aprendió que el sacrificio no era el camino de la gloria. La perspectiva del caos destructor y de que él y los suyos podían dejar de existir se convirtió en una carga.
Hoy vislumbró el fragmento perdido de su memoria en un reflejo de un lago remoto. Por eso recuerda. Si la profecía iba a cumplirse sería porque él, siendo quién era, la habia hecho real, no el designio de fuerzas incomprensibles. Ve algo más en el reflejo, una fecha.

Antes de que pueda sorprenderse, el lobo aparece de la nada y cercena su garganta.

2 Comments:

Blogger lasrita said...

pues si puede ser k uno es kien hace o cumple esa profecias...nose si sera k uno se compra ese boleto y trata de seguir a toda costa ese futuro...

pero dicen k el destino es insierto, sera?

giud

12:46 p.m.  
Blogger hetsah said...

lo leí hace un ratisimo y no pude poner mi comment, pero creo que pensé en cómo manejas las imágenes y los tiempos
me gusta

abrazos :)

11:33 p.m.  

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