viernes, junio 24, 2005

El bodegón de las cebollas (Homenaje a Günter Grass)
En los primeros años de la posguerra la mayoría de los alemanes había olvidado como llorar. Las grandes tragedias los habían endurecido tanto, que las pequeñas ya no los conmovían en lo absoluto. Los desengaños amorosos, pecados inconfesables y fracasos en los negocios ya no eran lavados con lágrimas y casi todos tenían dentro una bomba de tiempo. Fue entonces que surgió en Dusseldorf "El bodegón de las cebollas". Éste era un establecimiento que no parecía muy distinto de otros bodegones, pero ahí no se comía ni se bebía. El patrón se paseaba con su delantal azul bordado con cebollas doradas y repartía primero una tabla con forma de cerdo o pescado a cada uno de los asistentes, después les daba afilados cuchillos de cocina y por último les pasaba cebollas.
Entonces, todos hacían lo que habían ido a hacer: Pelar cebollas. Es bien conocido el efecto que tiene este vegetal sobre cualquiera lo suficientemente osado para pelarlas. En poco tiempo todos lloraban a lágrima viva y no tardaban en confesar sus penas como en una gran sesión de terapia colectiva. Después tocaba la banda "The Rhine River Three" y la cordura volvía poco a poco. Tengo entendido que acudir al Bodegón de las cebollas era un lujo (12 marcos por cebolla) y que los lunes había tarifas especiales para estudiantes...

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La conmoción y la perplejidad por tu muerte me deficultaban el llanto inicialmente. Fué la no aceptación y el no crédito de la pérdida. Cada despertar del escaso sueño era la esperanza del término de la pesadilla.

La conciencia desgarradora fué tardía y desde entonces las lagrimas puntuales que señalas en tu último post casi dos años después, han acudido para recordar que ya nada es igual.

Tenías muchas cosas que hacer y seguramente el escribir textos llenos de ingenio, sensibilidad y temas interesantes se quedaron en el tintero.

Me consuela que el contenido de este espacio fué el testigo y legado de tu mente brillante.

Todos te recordamos y algunos te lloraremos siempre.


Tu papá.

6:41 p.m.  

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