Las cosas han cambiado mucho en los últimos meses. Ahora vivo en un lugar donde los gatos reinan como amos supremos (gatos rudos y salvajes, no como la mariquita peluda de Singapur) y combato a los moscos con un encarnizamiento inimaginable hace, digamos un año. Juanito me ayuda a exterminarlos y es de hecho el principal promotor de la causa, incluso consiguió un Raid matabichos que ha funcionado... por ahora. La ciudad es un gigante sudoroso y maloliente (en ese caso los vagones del metro serían gusanos que viven en sus entrañas). He venido casi sin pensarlo, era un paso natural después de la universidad. Encontré independencia y a viejos amigos. También aprendí que la soledad no es tan grata cuándo no se tiene otra opción. Ahora la cotidianeidad es el Alto Concilio Gatuno, hamburguesas a la parrilla, el jazz, el rojo, partidos "en vivo", Reforma de noche, un mercadito de antiguedades los sábados y domingos, librerias de viejo en Obregón y nostalgias que aparecen sólo cuando tengo hambre.
2 Comments:
Hoy me siento identificado con lo que cuentas mi estimado Huguin y que viva el rojo
hurgo sentimental
este post me encanta
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